Hace un par de meses falleció Carlos Alberto Montaner, un cubano maravilloso y gran defensor de las ideas de la libertad. De hecho, fundó desde el exilio el partido liberal cubano y fue un gran ensayista y representante del liberalismo.
Su paso por algunas de las conferencias de la Fundación Friedrich Naumann en Buenos Aires siempre fueron fructíferos, sus charlas con jóvenes y sus consejos siempre fueron maravillosos.
Recuerdo que en una de sus charlas el sostenía que había algo peor para el liberalismo que la izquierda; el decía, la derecha. Que los liberales estuvimos diseñando las instituciones para garantizar la libertad del hombre mucho antes de llegar al capítulo de las libertades económicas y las máximas del mercado. De hecho Locke (uno de los padres del liberalismo) establece que se refiere a la lucha de la igualdad entre los hombres como seres y libres; y se busca en definitiva un espacio de acción para el ejercicio de esa libertad. En su contexto, había que liberarse de las monarquías y la injerencia de la iglesia en el Estado. Porque había que institucionalizar esa búsqueda de libertades individuales.
Cien años después aparece Adam Smith con la idea del mercado y doscientos años después la escuela austríaca con Menger con el objetivo de desarrollar leyes económicas de aplicación universal.
En definitiva, es verdad que los liberales queremos igualdad de oportunidades, es verdad que creemos que hay que respetar de manera irrestricta la voluntad y la libertad del otro, es verdad que necesitamos un estado pequeño y eficiente; y es verdad que solo una economía abierta al mundo y competitiva nos da esa cuota de independencia económica que tanto quería Locke.
El peligro es creer que todo es fácil, que con decir las cosas, los resultados ocurren; que podemos doblegar instituciones torcidas al ritmo de TickTock. La lucha es permanente, duradera, consistente y a la luz de los resultados.
Es indiscutible el aporte positivo a las ideas, al debate y a la agenda de Javier Milei en nuestro país. No hay partido político que se considere competitivo que no tenga que asegurar conciencia fiscal; no hay partido político que se considere competitivo si no achica el estado, si no baja impuestos o si no termina con el entramado inmenso de los privilegios. Pero hay que hacerlo con un plan específico.
Dolarización, libre mercado, prudencia fiscal, fin de la casta, etc. Títulos que deberían ser la búsqueda de un rumbo moderno; pero con la lógica de la experiencia y de entender las consecuencias inmediatas. Se hace con equipo, con vocación, con conocimiento y sobre todo esfuerzo. Lo demás es populismo. Simple y de la misma vertiente del kirchnerismo. El mundo mágico que en raras oportunidades ha traído cosas buenas.